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EL VICIO ELECTRONICO

 

 

Por: Xiomara Acosta Sánchez

 

Cuando hablamos de viciosos siempre se nos viene a la mente la imagen de las personas drogadictas, puede ser un marigüanero o de un alcohólico de esquina, pero a esta lista hay que agregarle la del vicio del juego electrónico o maquinas traga monedas, el cual puede dejar secuelas tan graves o peores como las producidas por la adicción a la marihuana o a la cocaína.

En los casinos son muy comunes las historias de jugadores que la noche anterior perdieron la casa, la finca, hasta su familia y que han quedado en la calle después de tenerlo todo, por causa de la adicción a los juegos de azar.

Este flagelo no respeta edad, sexo o estrato social, se ven desde ingenieros, abogados, comerciantes, amas de casa, vigilantes, estudiantes y hasta indigentes, que han sido víctimas de este vicio.

Doña Mari Hernández de 54 años de edad, viuda con dos pensiones, afirma que es una jugadora compulsiva, pero que vive tranquila y que no le hace daño a nadie “mis hijos ya no viven en Colombia, y cada uno tiene su buena vida, yo no tengo ninguna obligación y vivo muy sola, pero en el casino me divierto jugando, y no le hago daño a nadie”

Felipe Zapata, casado con Paola Marín y padre de tres hijos, trabaja como mensajero y dice: “a mi me ha pasado que por estar jugando en las máquinas de poker, en unas horitas me he gastado la quincena y me ha tocado irme caminando para la casa sin nada de comida, sabiendo que yo lo que busco es multiplicar la platica para vivir mejor, pero el vicio es vicio yo con más de doscientos cincuenta mil pesos ganados quiero más hasta que pierdo todo. Tenía toda la razón un amigo que invite a jugar cuando me dijo que tuviera mucho cuidado con esas máquinas enviciadoras, las cuales no eran más que un bazuco electrónico”.

En la ciudad de Medellín es muy fácil detectar este vicio y no hay que buscar mucho para comprobarlo, solo hay que salir a las principales calles la ciudad para ver el gran número de casinos que abundan en la metrópoli, se encuentran desde el más elegante hasta el más simple. En los centros comerciales como el Tesoro, Vizcaya, y Unicentro, entre otros, no les puede faltar el casino, claro está que aquí los visitantes deben de tener mucho dinero por que son personas de clase alta, los jugadores son en su mayoría jóvenes de aproximadamente 18 a 26 años, y van acompañados de su novia o de alguna amiga, también hay otro rango que es de edades muy avanzadas ya que oscilan de 50 a 70 años.

En el centro de la ciudad parece que en cada esquina fuera obligatorio tener mínimo una máquina de estas, y encontramos casinos abiertos la veinticuatro horas, el estrato social de estos es medio y va hasta el más bajo posible, por que se encuentran estudiantes y en el mismo lugar llega el indigente de la esquina que está jugando las pocas monedas que recogió en el día, convirtiéndose así en una de las mayores competencias de los burdeles y sitos de “solo show” como lo dicen los hombres que se paran a gritar a la entrada de cada uno de estas tabernas, aunque en el interior de estos también encuentran los clientes máquinas de poker o de la ruleta.

Es tanta la acogida de este vicio que en las Palmas existe un salón de juego donde el crédito mínimo por cliente es de cinco millones de pesos. Este es el paraíso del “striptease” y del juego para los ricos de la ciudad.

Don Antonio Muñoz dice: “si las máquinas son un vicio a el no le importa por que el no le esta haciendo daño a su salud, como si se estuviera fumando un cigarrillo, por que ese si me hace morir por un cáncer en cambio las maquinas lo que me hace es que me deja el bolsillo pelao y ya”.

Como sucede con la marihuana, el cigarrillo y con la bebidas alcohólicas el sector de los casinos ocupan un puesto significativo en el mercado negro, debido a la evasión de impuestos. Según ETESA más del cincuenta por ciento de las máquinas que funcionan en el Area Metropolitana no cumplen con los requisitos exigidos por esta entidad para su funcionamiento legal.

Fernando Escobar es un chef, de 43 años y habitante del barrio Florida Nueva. Por simple curiosidad entró a un casino hace aproximadamente ocho años y le gustó tanto que incluso ahora se considera un adicto al juego.

Para él, los casinos son sitios cómodos y en los que la gente se puede sentir bien: “Son buenos porque los sitios tienen muy buena decoración, la atención es buena, se siente uno bien, la gente que va es bien presentada; hasta el momento no me ha tocado pasar un “chasco” malo en algún casino, todo es bueno, hay buena seguridad”.

Marta Andrade administradora del casino el pasaje la Bastilla dice: “uno puede acomodar las máquinas de la forma que uno quiera, para que de muchos premios y también la puede amarrar, depende del día, unas veces son muy buenas y otras no dan tanto premio, pero la gente vuelve”.

La psicóloga Sonia Echevarria dice que la persona ludópata frecuenta estos lugares y se vuelven adictas, por causas como soledad, desempleo, o simplemente es algo hereditario,y les dice a sus pacientes: "Está en ti si quieres hacer parte de éste vicio electrónico". 

 

 

 

 

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